Desde hace mas de 34 años, Doña Calixta, trabaja en la cuadra uno de la calle Chavin en el distrito de Breña. Cerca a un colegio primaria, un nido y el sindicato de trabajadores de Sedapal. Es una señora entrada en años. No me quiere decir su edad, pero calculo que pasa los 70 años.
La conversacion se inicia cuando en medio de este agobiante calor, decido acercarme para comprarle una bebida y un keke. Le pregunto, ¿como van los negocios? y me contesta que algo bajo por esta epoca del año, ya que los chicos estan de vacaciones. Espera que llegue marzo para tomar un nuevo impulso. Ella me cuenta que sus hijos son grandes, que su esposo fracasó cuando quiso colocar una bodega en su casa. Me dice que no le falta nada, pero que si un día dejara de trabajar se enfermaría. -Esto es mi vida-, dice Calixta en medio del calor de enero.
Hace unos años su salud se vio resquebrajada por estar mucho tiempo expuesta al viento del invierno. Le dio como una hemiplejia en el rostro, que no le permitía cerrar los ojos. Paraba llorando en las noches porque no podía dormir bien. Tras un tratamiento médico, logro reponer en algo su salud. Los medicos le recomendaron que ya no trabajara. Pero Doña Calixta es terca y sigue jalando su carreta todas las mañanas. Ella vive por Independencia, tiene su casa propia, pero no sabe hacer otra cosa que vender golosinas. Antes Breña era tranquila, dice Calixta, pero ahora hay mucho delincuente. Se queja de los Alcaldes que han pasado y menciona que los políticos la han decepcionado.
Se pasa los ultimos días de su vida aconsejando a las profesoras que se le acercan a comprar. Incluso se ha convertido a veces en la financista de algunos escolares que se quedan sin pasaje luego de comprar golosinas o cebiche al paso.
Se podría decir que Calixta es el ejemplo viviente de algunas mujeres emprendedoras que sobrepasan las metas y objetivos trazados para seguir adelante, a pesar de las señales de cansancio o muestras de sacrificio humano. Yo diría que Calixta me hace recordar en algo a mi madre, de viaje en España hace mas de 10 años. Su coraje y valentía la llevó a buscar mejores horizontes para sus hijos y en buena parte lo logró. Sin embargo el precio que hasta la fecha tiene que pagar es la distancia geográfica que la separa de su familia y el acostumbramiento a estar trabajando y trabajando indefinidamente por el simple hecho de sentirse util a la sociedad y no convertirse en un ser dependiente.
El ser humano es demasiado complejo y resulta dificil creer que todo nuestro esfuerzo fisico y agotamiento mental en la vida, no seran recompensados. Premio a esa lucha constante es la sonrisa de un hijo, el saber que puedes decir que le distes lo mejor de ti. Que si en esta vida, te hubieran pedido que canjees tu existencia por la de tu hijo (a) no lo pensarias dos veces, con tal de que ella o él no sufran. Los padres somos los eternos faros que guian a los hijos en su busqueda de la felicidad, la cual puede resumirse en décimas de segundos, y ser recordadas por toda la eternidad.