Antes de tu llegada, habíamos elegido con tu madre tus dos nombres. Natalia y Belen. Una combinación de carácter y fe para seguir adelante con el sueño de que la familia siga creciendo.
Tu arribo auspicioso nos hizo ver que Dios nos había vuelto a bendecir con una hermosa niña que en sus primeros instantes de vida llamaba poderosamente la atención por la mirada fija y precoz. Como dos luceros poderosos que embriagaban instantaneamente.
Con el pasar de los días nos fuimos dando cuenta que tu presencia en la casa marcaba diferencias con respecto a tu hermana mayor. Resultaba curioso como querías mantener tu independencia en tu cuna. El verte dormir o soñar era como contemplar una estrella en el firmamento.
Tus largos deditos y abundante cabello hacian ver que tu tiempo real para nacer era a finales de febrero y no el 03 de marzo. Pero esos detalles cronológicos pasan a un 2do plano.
Hoy te vemos crecer y sabemos que pronto dirás tus primeras palabras. Que pronto subiras la cabeza y verás al mundo que te rodea. Mi alma se siente contenta de contemplarte cada mañana y saberme nuevamente padre de una niña que tiene el sello del triunfo en sus ojos.
Felicidades querida hija mía. Con todo mi corazón te digo que amo tu verdad, adoro tu llegada y pido a Dios para que la vida sea grata contigo mi bella Natalia.
Tu papá.