Los años pasaron mi querida
madre, hoy tengo 36 años y a veces, en mi nostalgia, siento la impresión de que
continúo siendo una criatura. Que en cualquier momento vas a aparecer trayéndome
algún pastelito de Miraflores o un juguete nuevo.
Tú fuiste quien me enseñó la
ternura de la vida, mi madre querida. Hoy soy yo el que tiene que comprar los
juguetes, porque la vida sin ternura no vale gran cosa. A veces soy feliz en mi
ternura, a veces me engaño, lo que es más común.
En aquel tiempo…en el tiempo de
nuestro tiempo, no sabía que muchos años antes, alguien iba a preguntarme: ¿por
qué vivistes todas esas cosas de niño? Y la verdad es, mi querida madre, que a
mi me contaron las cosas de la vida demasiado pronto… ¡Feliz día de la Madre!
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